domingo, 1 de febrero de 2015

Doctor en Alaska... o en donde sea.

Parafraseando aquella serie de los 90 comienzo esta entrada en el blog, mi familia sigue haciendo bromas con la serie de marras y eso que ni soy doctor ni me he ido a un sitio de temperaturas extremas tipo Finlandia, como algún otro colega dentista. El motivo del título no es otro que resaltar la dificultad del que trabaja como sanitario en un lugar que, por un motivo u otro no es en el que ha nacido, y por ello ha de enfrentarse a un choque, en el mejor de los casos solo cultural, otras tantas veces también ligüistico.
Porque cuando trabajas en sanidad, ya seas médico, odontólogo, enfermero o matrona lo más difícil de tu profesión probablemente sea lo mismo que te ha llevado a ella... la gente. El trato con personas no se enseña, tus dotes comunicativas se puede llegar a mejorar pero en el fondo,el carisma así como el ser buen comunicador, es algo innato. Además, estar en contacto continuo con la gente, especialmente en esos primeros años de carrera, tiene ese doble efecto de hacerte sentir plenamente realizado o por el contrario sentirte tan inútil que incluso dudes de tus capacidades como profesional. Si encima trabajas en un idioma que no es el tuyo, esa sensación (generalmente la segunda) se triplica. A veces es difícil poder comunicarse en el idioma propio, expresarse en una lengua que no es la tuya lo complica todo muchísimo más.
Wobbling, lisping, throbbing... palabras que se aprenden sobre la marcha y que cuando el paciente las dice por primera vez te dan ganas de salir corriendo a por un diccionario. Pero como no se puede tu te limitas a poner cara de tenerlo todo controlado (eso siempre, cara poker forever) y haces preguntas de todo tipo para encontrar algún sinónimo que te ayude un poco a poder descifrar lo que te están explicando. Eso sin comentar aquellas bromitas que te dicen a una velocidad que sería ya difícil de pillar aún en castellano y se te quedan mirando, esperando una risita cómplice. Yo ya me río, rezando de que no me hayan dicho "se murió mi perro ayer" (que también pasó en una ocasión, y doy gracias a que entonces no me reí) y sigo con mis preguntas. 
Con esto quiero resaltar que la comunicación es esencial en nuestra profesión, y por supuesto el idioma es una dificultad añadida, especialmente cuando tampoco tienes muchos años de experiencia.
Ahora, también quiero dejar muy claro que en estos cuatro años de andadura por Reino Unido solo he tenido problemas de comunicación en contadas ocasiones y derivadas por una cuestión que es la que quiero tratar hoy aquí,

En este post, para aquellos que no hablan gallego, se comenta lo importante que es para un médico el hablar el idioma del lugar donde se trabaja. Desde mi humilde opinión, el artículo en sí está tratado desde una postura demasiado política, dando a entender que debería ser obligado poder hablar gallego si se tiene pensado trabajar en Galicia. Además, para hacer esto más gráfico, en el encabezamiento podemos ver una viñeta de una mujer mayor, la típica "velliña da aldea" que pregunta que si se lo puede explicar al médico directamente o a la "intérprete". Muy bien pues a mi, por mis circunstancias personales, esa viñeta me revuelve los higadillos. 

Quizá antes de nada tenga que comentar un poco mi "background". Desde que nací he vivido por todo el norte de España, literalmente. Bueno,no todo, todo, pero bastante. He vivido más de diez años en Galicia y cinco en Pais Vasco, además de ser Cántabra de nacimiento y haber pasado mi infancia Castilla y León. Cuando la gente me pregunta de dónde soy verdaderamente no sé que contestar. Aún así y a pesar de ser toda mi familia castellana yo llevo a Galicia en mi corazón. No puedo decir que sea gallega pero quiero aquella tierra y a su gente como si lo fuera. Y este post me duele. Me duele ya no solo por ese nacionalismo que considero absurdo y en el que no me voy a meter aquí, me duele porque esa palabrería absurda no es verdad y al verlo en gallego me duele más. Porque yo llegué a Galicia sin hablar gallego, ya adolescente, y lo aprendí. Pero hasta entonces entendía a la gente porque es un idioma que le pese al nacionalista que le pese, se entiende. ¿Obligatorio saber gallego para optar a una plaza en Galicia? Pues en mi opinión, no. es solo politiqueo absurdo para bloquear las plazas de MIR para los gallegos (véase catalanes y vascos) pero dejar que éstos puedan optar al resto de la península. Y entonces ¿que tiene que ver la "velliña da aldea" en todo esto? Pues nada señores, nada, porque seguramente ese es el tipo de paciente que seguro se hace entender.

Y que por qué me lo tomo así diréis. Pues por haber vivido yo una escena exacta hace unos meses en mi consulta. Había empezado a trabajar en la clínica en la que estoy ahora cuando me pasó. Una paciente la cual las propias recepcionistas me avisaron que había sido maleducada con ellas y que tenía bastante mal humor me hizo exactamente lo de la viñeta. Voy a puntualizar para recordar a todos aquellos gallegos nacionalistas a tope, regocijándose ahora en sus sillas, que vivo en Reino Unido y que el inglés, a diferencia del gallego, no tiene nada que ver con el español. Pues bien, aquella señora entró en mi consulta, me saludó con una desgana horrorosa y se sentó depués de observar que yo no era su dentista normal (que se ha jubilado) y que le había costado horrores subir las escaleras (el anterior dentista trabajaba en el piso de abajo). Después de la habitual exploración le comente a aquella señora que tenía una caries y también le expliqué los motivos de por qué y cómo evitar más, incluso se la enseñé con un espejo porque era plenamente visible. Ella sólo me miró de arriba a abajo y me dijo: "No es que me estés hablando con tecnicismos, es que no creo que ni siquiera estés hablando inglés." Se volvió a mi asistente y le dijo: " ¿No había ningún otro dentista en Inglaterra que tenéis que traerlos de otro país?". Tal cual. No es para vanagloriarme pero tengo un C2 en inglés y la gente normal de a pie, incluidos la grandísima mayoría de mis pacientes no pueden descifrar de qué país vengo, lo cual aunque parezca una tontería demuestra que mi inglés es bastante bueno, y no digo muy bueno porque hay que tomárselo con humildad. Lo que le pasaba a esa señora conmigo no era un problema de comunicación, era odio. Era dejarme en ridículo por el mero hecho de no ser inglesa. Aquella señora fue la primera, pero no ha sido la última. Yo o que hago es tragar saliva y repetirlo todo, las veces que haga falta, hasta que al final me entienden, vaya que si me entienden. Y esto, exactamente esto, reflejado en esa viñeta, estoy casi segura que una "velliña da aldea" no lo haría. Un nacionalista gallego, de esos cerrados, de los que han escrito en ese foro, esos si. 

Soy odontólogo, e intento cada día ser mejor en lo que hago. Hago cursos, cuando no sé algo le pregunto a quien lo sepa e indago en mil y un libros y foros en los que pueda encontrar la solución. Aprendo cada día nuevas palabras para enfrentarme a descripciones con un argot que a veces ni siquiera está en el diccionario. Ahora, contra el odio, contra eso no puedo hacer nada. Sigo siendo española, y a mucha honra, y mis pacientes, la mayoría al menos, ingleses. Y yo estoy aquí para curarlos, como las enfermeras, los médicos, las matronas... estamos aquí por ellos, ese es nuestro trabajo. Y cuando alguien viene y me dice que uno es peor sanitario por no hablar el idioma del paciente me parece que es un arma de doble filo, en el que hay muchos factores envueltos. En mi primer año en Londres estuve trabajando en urgencias en una clínica privada y tenía muchos pacientes italianos. Yo no he estudiado italiano en mi vida pero jamás tuve problema para comunicarme con ellos o dar con el diagnóstico. Me llegaban con una cara hinchada por un flemón o con un problema de pericoronaritis (inflamación de los tejidos alrededor de la muela del juicio) y sencillamente desde aquella posición de " soy igual de extranjero que tu y esto me duele, ayúdame" nos entendíamos a la perfección. 

Porque al final del día señores, a lo que estamos es a curar, ese es nuestro trabajo. En Galicia, Reino Unido o Alaska.Y a los que no lo entiendan que se apunten a una ONG, y vayan a un lugar donde no hablen su idioma, entonces emprenderán lo fácil que es entenderse con otro ser humano cuando lo único que se pretende es ayudar. De paso igual aprenden que los dientes, junto con el resto del cuerpo, también son iguales, ya seas español, inglés o de Alaska.


jueves, 13 de noviembre de 2014

De vuelta y vuelta

Hace unos cuatro años aterrizaba en esta ciudad que a día de hoy llamo hogar. Aquella vez venía de visita, una visita express que hacía a mi mejor amigo que vivía y aún vive aquí, pero tardé apenas tres meses en volver para quedarme.
Y eso que todas las las señales me decían lo contrario, señales que no han parado desde entonces y las que, a pesar de ser un poco "mística" como me decía mi compañero de prácticas en la universidad, he decidido hacer caso omiso. Me explico. Como ya sabéis soy odontólogo (si, apenas se deduce por el titulo del blog), bueno pues al acabar la carrera lo primero que hice fue buscar trabajo como es normal. Mande mil currículums hasta que tuve mi primera entrevista. Y fue de broma. Yo ya tenía mis ideas en la cabeza sobre la posibilidad de salir al extranjero a trabajar, pero después de aquella entrevista lo tuve claro. Las condiciones eran tan malas que haciendo cuentas a final de mes probablemente tendría que pagarle yo a la clínica y no al revés. Eso claro dando por hecho el ser legal y no inventarme tratamientos. Sí, aquella clínica era de una franquicia, al parecer la única opción que tenía uno nada más graduarse.

Para septiembre de 2010 yo ya tenía mi billete para irme a Londres con mi mejor amigo. Una semana antes me caí de unos zapatos de cuña de menos de 3 cm. Cositas de la vida, primera señal. Familia y novio en España y un tobillo esguinzado de mala manera hicieron que mi amigo tuviera que irse sin mi y sin la certeza de que yo le siguiera en el futuro. Me curé y lo primero que hice fue ir a verle a Londres, aquella visita express de la que hablaba al principio. El 4 de noviembre aterricé en el aeropuerto de Stansted y un autobús me dejaría en la estación de Victoria poco después. Me hubiera quedado aquel Noviembre, pero mi novio poco antes de yo esguinzarme el tobillo se había hecho una lesión bastante seria de rodilla, así que me volví a España, convencida de que, en cuanto le operaran, volvería. Y así fue.



Aquella fecha sería el 14 de Febrero de 2011 (si, menudo regalito del dia de los enamorados le di yo a mi churri). Solo un billete de ida, comenzaba mi vida de emigrante. Recuerdo perfectamente los nervios que tenía entonces, y lo que me dio para pensar aquel trayecto de autobús, a la misma hora que el de Noviembre. Recuerdo que era luna llena y mientras cruzaba la carretera por el lado izquierdo, me asaltaban de igual manera la emoción, la ilusión, los miedos y la incertidumbre de qué vendría después entre otros. Podría nombrar miles de razones por las que decidí volver a este país para quedarme, pero la más acertada sin duda es la certeza de no poder quedarme en el mío propio sin que me salga una úlcera de estómago. Y eso duele un poco. Por mucho que me guste mi nuevo hogar, siempre voy a estar lejos de los míos. En aquel momento intentaba no pensar en mi familia y en m novio, los cuales dejaba detrás, sino en ponerme al día con el idioma y sobre todo en buscar un trabajo y una casa para empezar.
En dos días tenía ya trabajo. Dicen que aquí se encuentra antes un trabajo que una casa, y creo que algo de razón tienen Yo ya tenía casa, pero lo del trabajo me cayó casi del cielo. Quizá la suerte o el tener ya muy pensado lo que iba a hacer y un inglés bastante decente me llevaron a encontrar un trabajo tan rápidamente. Aún así no fue de dentista, sino de "Dental nurse". Y aquí la gente puede decir (que muchos en su día lo dijeron) "pues para trabajar de asistente también lo podías hacer en España". Sí, y para diagnosticar caries que no existen podía haber aceptado las condiciones de aquella entrevista para aquella franquicia, pero en aquel momento sabía lo que hacía y aquellos pasos me han llevado hacia donde estoy, y de una manera muy honrada, que es lo importante. Dicen con razón que a veces hay que dar un paso atrás para coger impulso y saltar hacia delante, pues eso hice yo. Yo quería trabajar para el NHS y aquel trabajo me enseñó muchisimo.
Sería muy complicado explicar aquí y ahora lo que es el NHS británico y el por qué he querido trabajar siempre ahí desde que me enteré de su existencia, pero adelantaré que es el sistema nacional de salud (la seguridad social) de este país y que, para trabajar en ella te piden casi un doctorado en álgebra y física cuántica juntos. Bueno, pues yo me puse a trabajar de dental nurse porque fue la manera más fácil de enterarme cómo funcionaban las cosas aquí, papeleo, regulaciones, trato con el paciente.... y así fue. 5 meses de dental nurse, una carta de recomendación y suerte otra vez harían que encontrara mi primer trabajo de dentista. La única pega, que era pivado. Un año estuve, y la presión de mi familia y novio entre otras cosas harían que volviera a España, a buscar algo que me tuviera un poco más cerca. Me fui de Londres con lágrimas en los ojos.

Ya en España y con algo en mi currículum, entré a formar parte de una compañía que no quería llamarse franquicia a sí misma y que ondeaba la bandera de "estar liderada por un dentista, no por un empresario" pero que llevaba la partícula "DENT" en su nombre, hasta ahí puedo leer. Hasta ahí voy a leer pero escribir... podría escribir barbaridades hasta cansarme de las que presencié en aquella clínica. Cinco meses duré allí, y el día que entregué mi renuncia fue uno de los días más felices de mi vida.
Dos semanas después hice una entrevista en Madrid para volverme a Reno Unido con una empresa que trabaja con el NHS y me cogieron. Y entonces llegó otra señal, otra piedra en el camino, esta vez en el de mi madre, con la que se tropezó, al igual que hice yo en Septiembre de 2010. Esta vez fue ella la que se rompió un  pie y yo tuve que decir que no a la oferta del NHS, al menos por un tiempo. En Febrero de este año, una vez más y espero que esta ya la definitiva, me volvía a Londres, otra vez sin nada, pero ya más preparada, sabiendo más o menos lo que me iba a encontrar. Me tocó trabajar en  una oficina por un tiempo, hasta que solucioné todo el papeleo y me busqué un trabajo de Odontólogo pero al final lo encontré y aquí estoy. Mi novio al final decidió venir conmigo y ya trabaja de lo suyo (Informática y telecomunicaciones) así que ahora volverme de España cada vez que voy de visita se me hace un poco menos duro.

Hace unos días sin ir más lejos me planté allí, una escapada de un par de días para darle una sorpresa a mi madre por su cumpleaños (sí, es uno de los mejores regalos que se pueden hacer a una madre cuando estás fuera). A la vuelta, cogí el mismo vuelo de aquel Noviembre, y no pude evitar pensar en aquel primer viaje mientras contemplaba el reflejo de mi cara en la ventanilla. Un poco más vieja por fuera pero completamente diferente por dentro. Todo ha cambiado sobremanera en cuatro años. Ahora trabajo ya con el NHS y aunque las condiciones pueden y deben mejorar, soy feliz en lo que hago.  Sigo teniendo miedo y por supuesto sigo echando de menos, pero tal y como veo el panorama no volvería. Aunque visto lo visto, la vida da muchas vueltas, y yo en estos cuatro años he dado tantas que como de alguna más me mareo seguro.

martes, 14 de octubre de 2014

Las tres opciones y Rufo Panadero

Bueno, así como si nada esta ya es mi segunda entrada en este blog. Y eso que lo de las nuevas tecnologías no es lo mío. De hecho todavía no entiendo por qué no puedo encontrar mi propio blog en Google. Pero aprendiendo poco a poco, como con todo, me alegro de haberlo buscado, porque me ha llevado a una página con una entrada con mismo título que el blog de una servidora: http://carlosleopoldogal.over-blog.es/article-mama-quiero-ser-dentista-121221794.html

Os lo recomiendo totalmente,de hecho mi post de hoy versa de algo muy similar. Carlosleopoldogal en un tono de humor, habla de un joven de pueblo, no con muchas luces, que sin tener familiares que se dedicaran a nada relacionado con el ámbito odontológico decide ser dentista para progresar económicamente y salir de la vida de campo que llevan sus padres. Habla de todo lo que conlleva su decisión, pero sobre todo lo enfoca en el plano económico. Porque seamos sinceros, El que piensa en dentista piensa en dinero. Al que estudie para dentista le habrán dicho en algún momento "te vas a forrar" y luego, como se ve que hay tantos, y el amigo del amigo del amigo de fulanito es dentista pero no encuentra trabajo ya te empiezan a decir: "Los dentistas de antes sí que se forraban".
Pues no lo sé si se forraban o no señores, pero la cosa ha cambiado bastante. En su post, Carlosleopoldogal, a pesar de tratar el tema desde una perspectiva basada en el dinero como motor principal, tiene bastante razón cuado habla de que el pobre futuro odontólogo pasa por diferentes etapas, en las cuales cualquier odontólogo que se haya titulado de diez años para acá puede verse reflejado. 

Yo puedo decir, orgullosa o no, que he pasado por unas cuantas. Acabé la carrera en 2010, pero a diferencia del personaje del post, en una universidad pública. Para aquel entonces la crisis (porque se supone que ese ha sido el problema inicial) ya nos había dado en todo el morrillo. A mi no me pilló el futuro por sorpresa ni hice oídos sordos a lo que se hablaba en la facultad sobre la perspectiva laboral del odontólogo medio. Sin ir más lejos, en cuarto de carrera tuvimos una charla sobre el tema. El encargado de dar la charla nos puso, en modo festival del humor,varias diapositivas muy "alentadoras" sobre nuestro futuro laboral. Para él sólo había tres opciones (si descartábamos claro abrir nuestra propia clínica o seguir estudiando, me refiero a las opciones que incluyeran "empezar a trabajar", como en el resto de profesiones).

- La primera, "La familia" con una imagen de El Padrino, hablaba de la opción ideal en la que tuvieras algún pariente que pudiera hacerte de mentor. que tu padre o madre fuera dentista (que había bastantes) o que tu familia estuviera relacionada con algún dentista que, hablando en plata, te pudiera enchufar. Descartada aquella posibilidad para mi, puesto que a parte de tener una tía médico, y que conocía a una dentista que quizá podía ofrecerme trabajar para ella "de prácticas"(sin cobrar un duro, vamos) en un pueblo "in the middle of nowhere" yo por aquel entonces no tenía enchufes, ni regletas, ni mucho alumbrado, para que engañarnos.

- La segunda era un dibujo animado de un esclavo negro trabajando en un campo de algodón americano (a verdad es que sin meterme en críticas el hombre tenía un humor muy especial) y lo tituló "Yo soy aquel negrito". Lo he puesto en negrita porque tela. Lo del color no era necesario, porque esclavos los ha habido de todos los colores en nuestra historia, pero al hombre no le faltaba razón con lo del tema de la esclavitud. Se refería a trabajar en una franquicia. Franquicias dentales, había bastantes en 2009 pero ahora... incontables. Seguro que se te vienen muchos nombres a la cabeza, y si no, solo hace falta que pienses en la partícula "DENT", sin duda sabrás de lo que hablo. Yo desde el primer año de carrera me dije a mi misma que no trabajaría en un sitio de esos. Yo me había metido en esa carrera por vocación, no para forrarme, mucho menos para vender. Al final me acabaría comiendo mis palabras dos años depués, pero esa es otra historia.

-La tercera opción, la última con sus pros y sus contras, como las anteriores (sí, había pros y contras en las anteriores lo creais o no) era "Vuela, vuela" parafraseando al grupo Magneto de los años 90 (unos visionarios Mexicanos mezcla entre Locomia y Backstreet Boys que versionaban en español la canción "Voyage, Voyage" de una francesa de los 80), os dejo el video más abajo para refrescaros la memoria y que sintais verguenza propia por haber cantado la cancioncita de marras en mas de una ocasión. Bueno que me voy "OFF TOPIC" en menos que canta un gallo. Pues la diapositiva, con su avioncito de rigor, hablaba de la emigración. Y el hombre era un moderno, porque en vez de ponernos a "El emigrante" de Juanito Valderrama o "Volare" nos puso aquel "Vuela, vuela". Y en buena hora. De las tres opciones, a mi era la que más me convencía. Conocía a otra dentista (ahora amiga mía a la que admiro muchísimo) que había trabajado en UK dos años y me lo recomendó totalmente. Uno de los contras era "perder mano". Si precisamente la gente se iba al extranjero a "hacer mano"! No lo entendía, y honestamente, de volver a aquella charla con lo que sé ahora le diría a aquel hombre: tienes razón en todo (y un sentido del humor  muy negro) menos en lo de la mano. Claro que aquellos eran otros tiempos y el las cosas en temas de salud cambian de un día para otro... y me estoy yendo OFF TOPIC otra vez.

Esas tres opciones se me dieron como futuro laboral en cuarto de carrera. Más motivación imposible, y no solo para mí, sino motivación para el ambiente en general, que si ya era competitivo de por sí, pasó a ser un nido de víboras. Entre tanto carácter competitivo y comentarios como "si hay que trabajar en franquicia se trabaja y punto" de mis compañeros, en quinto me dieron ganas de tirar la toalla. Empecé a plantearme si aquello era para mí. Yo, al igual que  Rufo Panadero, el personaje de Carlosleopoldogal no vengo de familia rica. Al contrario, yo trabajaba durante la carrera y gastaba lo justito. Yo TENIA que ponerme a trabajar al acabar de estudiar, no podía gastarme 30.000 euros en un master, oficial o no. No podía ponerme una clínica porque no hay banco que te de una hipoteca siendo recién licenciada y porque en el mercado actual es difícil que las franquicias no te coman vivo. Si no lo dejé, a parte de lo difícil que es dejar una carrera que te gusta y se te da bien cuando ya la tienes casi terminada, fue por uno de mis profesores. Más que profesor le considero un mentor. Tuve la suerte de tenerlo como profesor entonces y conservarlo como amigo. Le debo tantas cosas que no creo que pueda llegar a devolvérselas algún día, para empezar las palabras que me dijo aquel día en unas prácticas clínicas. Recuerdo haber comentado en alto, después de un día de bajón de los muchos que tuve ese curso, que consideraba que nuestra profesión a pesar de tener mucha responsabilidad, como por ejemplo la del médico, a nosotros se nos exigía diez veces más viéndonos en ocasiones obligados a "distorsionar la realidad" o hacer las cosas más bonitas para que no nos cayera una denuncia o algo peor. Le dije que no me veía capaz de eso, que yo no podía vender motos, que se me veía en la cara y que, no era que no quisiera aprender, era que no quería ser así. El sonrió y me dijo: "Eso es precisamente lo que te va a hacer buen odontólogo. Se llama ética profesional". Me enseñó que, al igual que él, el truco no es ser un vende motos, sino un dentista honesto, hacerlo lo mejor posible y de equivocarse, como ocurre en la profesión médica todo el tiempo, simplemente explicarse lo mejor posible, sin artefactos, 

Y así llevo haciendo cuatro años, a veces mejor y a veces peor. No tiré la toalla entonces y no pienso hacerlo ahora. He aprendido que cada dentista tiene sus métodos y su camino, y el mío es éste, explicarme siempre, con modelos, con dibujos si hace falta. Para ser sincera sigue siendo difícil, y más teniéndolo que hacer en otro idioma. Ah! que no lo había contado. Yo elegí la tercera opción, la de volar, no muy lejos como algunos compañeros que están en Dinamarca, pero lejos igualmente. Por el momento no me arrepiento de mi decisión, y espero mi futuro sea diferente al de Rufo porque mi familia ni siquiera tiene tierras para labrar, y de tenerlas la verdad es que no sabría por donde empezar.
Pero bueno, todo sobre la vida en el extranjero lo dejo para otro post, que por hoy ha sido suficiente.

Un saludo enorme, os dejo con la canción. Aviso importante: la musiquita se os va a quedar grabada durante mucho, mucho tiempo, no me odieis por ello, el que avisa no es traidor.





viernes, 10 de octubre de 2014

Así empezó todo.

Cuando tenía tres años monté un salón para mis Playmobil con un par de paquetes de plastilina de varios colores. 

A todo detalle al parecer. Y digo al parecer porque yo apenas me acuerdo de aquello, solo recuerdo las partes que mi madre ha ido repitiendo por doquier a lo largo de los años. Probablemente así comenzará su discurso en mi boda (el día que mi case y si me caso) así que pensé que esa misma anécdota podía marcar también el comienzo de mi blog.
Y no es poco importante, Al parecer aquel salón, con sus sillas, sillones y mesitas de té seguramente marcaron mi futuro. Y es que mi madre, al verme tanta habilidad con las manos debió de pensar: "me ha salido una artista". 
Eh... casi. 
Con lo que mi señora madre no contaba por aquel entonces era con mi lado práctico. Porque no es muy difícil darse cuenta que la vida de artista es muy complicada. Es inestable, competitiva, muy sacrificada... así que en algún momento entre libro y libro de la ESO (si señores, yo estudié con la LOGSE) algo me dijo que mi habilidad manual debía centrarse en algo más "práctico". Ayudar a los demás sería un plus, pero la cirugía se me iba un poco de las manos, sobre todo con el tema de la responsabilidad. A los 13 años ya lo tenía claro: Iba a ser dentista.

Desde que uno toma una decisión como esa es un no parar. Se te pega la nariz a los libros y no la despegas de por vida. Te pasas el Bachillerato intentando sacar las mejores notas no vaya a ser que no pases "el corte". Una vez en la universidad te encuentras con una competitividad a veces exagerada para luego acabar y darte cuenta de que te vas a enfrentar a un mercado laboral que cada vez es más incierto... eh... pero, ¡si yo no quería ser artista por eso! ¡Elegí esta carrera porque no quería una vida complicada!! (pausa para miles de risas de odontólogos desde todos los rincones del planeta)

"Probablemente de no ser dentista me hubiera dedicado a escribir". Hace dos días me encontré a misma pronunciando esta frase en una entrevista de trabajo (un trabajo que por cierto no conseguí). Por supuesto yo eso ya lo sabía, dado que en mis ratos libres, que no son muchos, me dedico a escribir, pero decirlo en voz alta, sin pensar... eso ya es otra cosa. Fue entonces cuando me di cuenta de que ambas cosas no son incompatibles, algo que por muy estúpido que parezca no me había parado a pensar, y fue cuando surgió la idea de este blog.

Así que aquí, poco a poco, iré contando mis aventuras y desventuras por el mundo de los dientes, así como las  alegrías y los disgustos que conlleva mi profesión. Prometo intentar que los contenidos sean para todo tipo de público pero inevitablemente algún post más técnico se me escapará, E irá dedicado especialmente para aquellos que, como yo, son jóvenes dentistas superpreparados, con muchas ganas y conocimientos pero no con tanta experiencia. Porque ayuda saber que aquella muela no solo se te resistió a ti, y que además se puede echar humor al asunto.






Se despide por el momento, 
Una "dentista- artista".